Enero - junio 2022
/ Volumen 4 / No. 7 / ISSN: 2708-7107 / ISSN-L: 2708-7107 / pp. 23 - 28
www.revistarepe.org
La Cultura de la
Transformación en la Educación Superior en América Latina y el Caribe
The Culture of Transformation in Higher Education in
Latin America and the Caribbean
Marcela Angelina Aravena Domich
domich2@yahoo.com
https://orcid.org/0000-0002-6951-0960
Universidad
Metropolitana de Educación, Ciencia y Tecnología - UMICET, Panamá, Panamá
María del Socorro Ramírez
Giraldo
mariramirez_co@yahoo.com
https://orcid.org/0000-0002-7258-6253
Institución Educativa
Malabar, Manizales, Colombia
Artículo recibido en octubre de 2021 /
Arbitrado: noviembre de 2021 / Aceptado: diciembre de 2021 / Publicado: enero
2022
Resumen
La educación
superior es un referente de progreso social, de justicia, compromiso,
desarrollo social y económico de un país, además de político en el sentido de
mantener la democracia. Una necesidad de conocimiento, investigación e
integración y todos los Estados tienen el deber de desarrollar y promover la
educación superior con garantías de Calidad. La educación superior ha cambiado
en este siglo, mostrando que la universidad en América Latina y el Caribe debe
trabajar y analizar algunos ejes articuladores como son: los problemas de la
inclusión, el de la masificación, la internacionalización de los programas
educativos, planteándolos como parte de una realidad que caracteriza a todos
los países de esta región.
Esta
investigación tensiona elementos inherentes a la educación superior que
permiten hacer una reflexión constante al respecto de las sociedades modernas.
El derecho a la educación, la inclusión con equidad, la etnoeducación, la
discapacidad, la multidimensionalidad e interculturalidad, el medioambiente son
requerimientos para los Estados en pro de la justicia social y del derecho a la
educación.
Palabras clave: Educación Superior;
cultura de la transformación; masificación de la educación; inclusión educativa;
internacionalización de la educación
Abstract
Higher education is a benchmark of social
progress, justice, commitment, social and economic development of a country, as
well as political in the sense of maintaining democracy. A need for knowledge,
research and integration and all States have the duty
to develop and promote higher education with guarantees of Quality. Higher
education has changed in this century, showing that the university in Latin
America and the Caribbean must work and analyze some articulating axes such as:
the problems of inclusion, massification, the internationalization of
educational programs, considering them as part of a reality that characterizes
all the countries of this region.
This research stresses elements inherent to higher
education that allow a constant reflection on modern societies. The right to
education, inclusion with equity, ethnic education, disability,
multidimensionality and interculturality, the environment are requirements for
States in favor of social justice and the right to education.
Keywords:
Higher Education; culture of transformation;
massification of education; educational inclusión;
internationalization of education
INTRODUCCIÓN
La Educación Superior es, hoy en día, materia de análisis
y reflexión por parte de organizaciones gubernamentales y no gubernamentales,
investigadores, especialistas y agencias que ven en ella un área ilimitada de
oportunidades para aportarle al desarrollo sostenible y al progreso de la
humanidad. El artículo describe a la universidad en Latinoamérica y el Caribe,
desde sus problemas y ejes conceptuales sustanciales para aportar desde estas
interpretaciones, explicaciones a algunos elementos relevantes en la configuración
del concepto cultura de transformación de la institución universitaria.
El objetivo es, por lo tanto, analizarla desde aspectos
problémicos que la cruzan, pero que también le dan oportunidades, como son: la
inclusión con equidad, la masificación y la necesidad de ajustar los modelos
universitarios a las nuevas tendencias de internacionalización. Todo esto, con
la intención de definir algunos rasgos distintivos de la cultura de la
transformación, como el hilo conductor del auto modelamiento de la Universidad
para proyectarse con una mirada largo placista en los
nuevos escenarios económicos, políticos, culturales, ecológicos, tecnológicos y
científicos.
La Reforma Universitaria de Córdoba, hacia un nuevo
manifiesto de la Educación Superior Latinoamericana (CRES 2018), es un insumo
teórico de gran importancia para comprender mejor las tendencias de la
educación superior, dada su pertinencia en el análisis y en la interpretación
situada de la Universidad Latinoamericana en sus diferentes problemas,
fortalezas y oportunidades de proyección hacia el futuro cercano. Lo que
realmente interesa, es presentarla como un sistema que asegura la calidad a
partir de la acreditación y la evaluación permanente de una manera
autogestionaria y en el marco del respeto por la identidad, la idiosincrasia y
las cosmovisiones particulares de cada país.
El
artículo se compone de tres apartados, cada uno integrando los elementos
analíticos y críticos que repliegan la argumentación central requerida en el
logro del objetivo explicativo del corpus teórico. El primero, trabaja la
contextualización de la Educación Superior en América Latina y el Caribe,
señalando tres de los grandes problemas a los que se enfrenta hoy, a saber: la
inclusión, la masificación y la internacionalización. El segundo, desarrolla la
necesaria cultura de la transformación en las universidades del Área
Latinoamericana y el Caribe. Finalmente, el tercero aborda las conclusiones y
consideraciones finales en calidad de hallazgos teóricos emergentes y aporte
concreto a la construcción cultural colectiva de la calidad y la acreditación
como aspectos para la mejora de la formación universitaria.
La Educación Superior en América Latina y el Caribe
América es un
continente que, por sus características socioambientales, culturales,
económicas y políticas, amerita sistemas de educación superior de calidad y
pertinencia, capaces de auto modelarse y potencializarse para responder a las
exigencias de la sociedad del conocimiento, la
globalización y las nuevas tendencias pedagógicas y curriculares. En este
apartado, se proporcionan elementos de análisis que ayudan a entender los retos
a los que se enfrenta la Universidad, los problemas que deben resolverse y, de qué
manera la internacionalización, es un factor que genera nuevas oportunidades
para que el sector universitario entre en diálogos con diferentes instituciones
y organizaciones productivas que canalizan las sinergias de trabajo desde
intereses científicos, tecnológicos y culturales.
La Universidad Latinoamericana se caracteriza por ser
“una combinación de la tradición francesa y alemana, haciendo énfasis en la
formación de profesionales o investigadores académicos” (Reisberg, 2019 p. 8),
impartiendo así un conjunto de carreras que abordan todas las disciplinas del
conocimiento.
La Universidad del Siglo XXI, se mantiene sobre la lógica
del conocimiento y requiere apropiarse de un saber y de competencias humanas
para lograr conocer, lo que de acuerdo a la OIT (2019), se transforma también
en un desafío para la juventud y en un saber hacer para la institución
educativa. Sin embargo, para los jóvenes el ingreso a la educación superior, se
torna dificultoso, pero se considera como la única oportunidad de ascenso
social.
Este cambio se
ha efectuado gracias al esfuerzo durante décadas de nuestras sociedades. La
universidad representa la mayor concentración de talento tanto de presente como
de futuro que existe en nuestros países. Tenemos las generaciones mejor
formadas de nuestra historia gracias a la inversión que se ha realizado por
todos los ciudadanos iberoamericanos, presentes y pasados. (p. 6)
La
universidad latinoamericana y del Caribe, de acuerdo a datos de la OIT (2019),
se ha caracterizado durante, por lo menos 30 años, por su evolución constante
en el tiempo, “llegando en el año 2017 a 28.000.000 de estudiantes. Esto supone
un aumento del 4,2% en 2017 y un 31,8% desde 2010, valores superiores a los que
muestra Iberoamérica como consecuencia de introducir a España y Portugal” (p.
17). Desde la Unesco- IESALC (2020), corroboran este aumento señalando que:
El acceso
universal a la educación superior en las últimas dos décadas ha aumentado en
general en todas las regiones. Entre 2000 y 2018, la tasa bruta de
matriculación (TBM) en la educación superior mundial aumentó del 19% al 38%. En
el mismo período, la TBM de los hombres aumentó del 19% al 36%, mientras que la
de las mujeres fue del 19% al 41%. Por lo tanto, las mujeres han sido las
principales beneficiarias del aumento del acceso a la educación terciaria. (p.
8)
Respecto de la calidad,
señala Reisberg (2019), “hay pocas dudas de que la calidad general de la
educación superior, ha mejorado” (p. 8). Sin embargo, se requiere seguir
avanzando. Hoy, la supervisión por parte de los gobiernos, ha ido desplazando aquellas instituciones que no dan garantía a la calidad de
la formación y, para ello, los procesos de acreditación institucional implican
una revisión interna y externa de la universidad. Así, aquellas instituciones
de educación superior que no presentan programas de calidad, tienden a
desaparecer de manera formal.
A pesar de estas circunstancias, en palabras de Reisberg
(2019), la Educación Superior “necesitaría una transformación dramática”
(p.11), en lo referente a reforma de nuevas instituciones y programas e
innovación. Presentaría, a lo menos, los siguientes problemas:
a. Aislamiento. Las universidades no se
vinculan con otras, ni con tendencias internacionales, se presta poca atención
a las ciencias y a la investigación, quedándose aisladas. Se le suma, además
poca comunicación intencional entre la educación superior y el mercado laboral.
Levy (2019), indica que “la educación privada sí, estaría más en sintonía con
el mercado laboral” (p. 14).
b. Rigidez. Se entregan programas no
flexibles y, generalmente no interdisciplinarios. Debido a la falta de
orientación profesional, los jóvenes deben elegir una carrera a los 17 o 18
años, lo que implica que los estudiantes no puedan cambiarse con facilidad.
c. Docentes a tiempos parciales. Mal llamados
profesores taxis, porque trabajan en distintas instituciones y niveles,
careciendo, muchas veces de tiempo, para mejorar sus clases y propuestas
pedagógicas.
A la
luz de lo expuesto, es pertinente señalar, que la educación superior requiere
de una transformación radical y de una especie de giro contextualizado sobre la
base de las nuevas emergencias socio estructurales y educativas del momento. Si
a lo señalado se le suman otros requerimientos del siglo XXI como son: la
inclusión con equidad y la masificación. Estos dos aspectos aparecen como
necesarios de superarse para que la universidad se abra a la ciudadanía, sin
barreras de acceso y garantice la permanencia de los estudiantes en sus
programas y especialidades.
Por
otro lado, se encuentra la constante internacionalización de la educación
superior, que puede ser considerada como un eje conceptual básico para entender
de qué manera podría estar impactando en el sistema educativo superior y cómo
encontrar salidas constructivas a los problemas globales y permitir que el
trabajo en redes, la circulación del conocimiento y los procesos de
acreditación que reposicione a la Universidad frente a los nuevos escenarios
sociales y políticos.
Aproximación a los grandes problemas de la Educación Superior hoy
Inclusión
La Universidad, tal y
como hoy se conoce, muestra grandes transformaciones históricas, sociales y
culturales. Según Botero (2001) su nacimiento se remonta al medioevo como
centro de reproducción del saber patrístico y
escolástico y todavía conserva lo que él denomina el “rezago del proyecto
liberal moderno” (p.11). Esta reflexión inicial para indicar que como empresa
se genera conocimiento de alto impacto en los diferentes ámbitos del devenir
humano, que necesariamente responde a las nuevas demandas de un mundo global y
complejizado en diferentes aspectos de la vida planetaria. Es por esta razón,
que como institución clave para el progreso y el desarrollo de la sociedad,
debe abrir sus puertas a una población que es diversa y permeada por rasgos diferenciadores
desde el punto de vista étnico, económico, político, sexual, ideológico,
subjetivo y con respecto a las barreras para el aprendizaje y la discapacidad.
Para Lanz y Ferguson (2011), “la educación es la vía para la construcción de
una sociedad más justa y democrática, ella brinda las posibilidades para que
amplios sectores sociales tengan acceso a bienes materiales y culturales”
(p.185).
El proyecto universitario de los tiempos presentes, es
por naturaleza ontológica y disposición teleológica incluyente, entendiendo que
la palabra sugiere múltiples acepciones y es en dicha polisemia donde se
arraiga su pertinencia e interés coyuntural. De acuerdo con Aponte (2008), la
inclusión está ligada a la equidad de oportunidades, al acceso universal, la
participación, la responsabilidad social, la diversidad cultural y a todo lo
que concierne a la educación como bien público. Incluir desde una perspectiva
equitativa e igualitaria es para este autor un campo de creciente peso de
política económica y social y desde la sustentabilidad del desarrollo
sostenible, comporta el ejercicio de una justicia social que garantice a todos
los actores la formación universitaria.
La
equidad garantiza una inclusión con calidad, de pertinencia social y de
legitimidad académica porque el acceso al conocimiento es universal y no
discriminatorio, siendo ésta la única vía para eliminar las desigualdades
sociales que acentúan las brechas entre los ricos y los pobres, los marginados
culturalmente y los excluidos por razones de su identidad de género, origen
étnico o procedencia. En la Reforma Universitaria de Córdoba hacia un nuevo
manifiesto de la educación superior latinoamericana (CRES 2018) el concepto
aparece como uno de los ejes del debate e incluye aparte de lo ya mencionado,
la necesidad de construir política pública que garantice el ingreso, la
permanencia y la igualdad de oportunidades de los estudiantes, en el sector
universitario sin exposición a cualquier forma de violencia, maltrato o
discriminación.
La
equidad es en el CRES (2018), un punto nodal que garantiza una universidad
inclusiva, de puertas abiertas en la cual la flexibilización curricular, el uso
de las Tecnologías de la Información y la Comunicación TIC, la eliminación de
barreras para el aprendizaje, las becas a los más vulnerables y otros
elementos, que aseguran la atención integral a la diferencia, afloran como
fortalezas que deben asumirse desde un proyecto universitario que se transforma
permanentemente. El análisis crítico, desde la realidad de cada país
latinoamericano determinará, si en la práctica y en la cruda realidad la
universidad es incluyente y equitativa. Pero, no cabe duda, que uno de los
grandes problemas que hoy enfrenta, es la necesidad de ajustar las políticas de
organización, administración y financiamiento, lo mismo que los programas
académicos a criterios de equidad con calidad, pertinencia, accesibilidad y
justicia para todos los que ingresen y los que aspiren a ingresar.
El panorama actual de la educación superior en los distintos países de
América Latina respecto de la inclusión, deja claridad en la persistencia de
las desigualdades para el acceso. Contribuyen a esta situación factores como:
la pobreza, las situaciones de crisis y emergencia de los países, las altas
tasas de matrícula, los exámenes de ingreso, la movilidad geográfica y la
discriminación (Unesco- IESALC, 2020). Visto de este modo, el acceso universal a la educación
superior, considerado como un derecho humano, se ha debatido constantemente en
los ámbitos nacionales, internacionales y regionales, reiterándose como un
desafío en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sustentable.
La equidad solicita, según Lanz y Ferguson (2011), el
compromiso de la universidad de eliminar cualquier tipo de exclusión y que
requiere de revisar con atención las alternativas para poder eliminar cualquier
tipo de inequidad en la educación superior. Para ello, a fin de lograr un
impacto que además precisa poner atención a los grupos más vulnerables
garantizando un impacto en el desarrollo de una sociedad más justa y
comprometida con todos:
Como las
condiciones convergentes en los logros educativos de quienes acceden a ella; un
álgido asunto en sociedades que, como la nuestra, están marcadas por una
profunda desigualdad económica y por manifiestas prácticas de exclusión e
injusticia social. Como sabemos, estos principios se cumplen precariamente, en
detrimento de grupos sociales históricamente excluidos, por la conjunción de
razones económicas, sociales, culturales, educativo, geográfico, de tradiciones
y de comportamientos internos en las instituciones. (p.184)
Un
gobierno democrático con voluntad de participación, necesita nivelar las
condiciones de sus habitantes con sentido de igualdad y justicia, así la
universidad debiera ser la potenciación de las prácticas de ciudadanía, con
enseñanza, inserción social, reflexión e investigación, comprensión y
pensamiento crítico y las funciones que le son propias.
Así como en la
expansión de espacios permanentes de debate y de investigación ética que
vinculen su quehacer con cuestiones sociales tales como la exclusión, la
economía social, el nuevo orden mundial, la sociedad de derechos, la
resignificación de la política, la democracia y la ciudadanía, las nuevas
lógicas y prácticas culturales asociadas a las nuevas tecnologías de
información y comunicación, la salud pública, la educación, la ecología y el
desarrollo sustentable, entre otras. En tal sentido, el ejercicio de la
democracia universitaria constituye uno de los
aportes fundamentales de la universidad a la formación ciudadana y al
fortalecimiento de la democracia como forma de vida política. (Lanz y Ferguson,
2011. p. 184)
Se hace necesario considerar como reto, reconociendo el
aumento de estudiantes en relación a género, ruralidad, origen étnico y nivel
de ingreso, las altas tasas de deserción y la calidad en los procesos
educativos. Estas dos situaciones quedan como tareas pendientes, al igual que,
eliminar cualquier tipo de discriminación a los grupos vulnerables como lo son:
niñas y mujeres, minorías nacionales, étnicas y lingüísticas, personas con
discapacidades, pueblos indígenas, migrantes, refugiados, solicitantes de asilo,
apátridas, personas desplazadas internamente (PDI), personas detenidas/personas
privadas de libertad, personas que viven en la pobreza, personas que viven en
áreas rurales, personas afectadas por el VIH, personas afectadas por el
albinismo, lesbianas, gays, bisexuales y
transgéneros, intersexuales y cuestionadores (LGBTQI), personas mayores. Estos
grupos sociales para la UNESCO-IESALC (2020), existen en los países de América
Latina y el Caribe.
Masificación de la educación
La palabra masificación, denota un proceso de amplia
cobertura, de expansión e impacto. Remite al verbo masificar que conforme a la
RAE (2019) implica hacer multitudinario algo que no lo era. La expresión
multitudinario, remite a la necesidad de que un hecho o fenómeno se convierta
en generalizado, reconocido y aceptado por una gran cantidad de personas. En
este sentido, la universidad como el centro donde se forman los profesionales
de una sociedad y se produce el conocimiento, no puede quedarse en un estancamiento
en el que sólo grupos minoritarios tengan acceso a sus servicios. La sociedad
como sujeto colectivo, encuentra en la Educación Superior, una salida para
analizar y resolver los nuevos temas y problemas y más aún proponer estrategias
repotencializadas de aprendizaje y desarrollo sostenible.
En
América Latina para la CINE 2011, la mayoría de los países establecen el
derecho a la gratuidad educativa hasta los primeros ciclos de la educación
media y, de ahí en adelante los niveles técnico y universitario pueden ser
auspiciados por el Estado, pero no tienen esta connotación. No obstante, el
Artículo 26 de la Declaración de los Derechos Humanos referido a la educación
universal, de algún modo establece que la tarea de educar con calidad, debe
garantizársele a todo ser humano, máxime si se acepta que el hombre aprende a
lo largo de la existencia porque se trata de un proceso permanente y continuo.
Desde esta perspectiva, la educación universitaria se configura como un derecho
fundamental, porque de esta manera se asegura que niños, jóvenes e incluso
adultos continúen su formación integral y accedan a niveles de mayor
complejidad en su crecimiento personal, para insertarse productivamente en los
mercados laborales y en las diferentes áreas de oportunidad profesional.
Esta promesa
de movilidad es consustancial a la sociedad del conocimiento, y
atraviesa sus imágenes culturales más significativas, como la expansión de los
sectores medios hasta constituirse en la categoría social mayoritaria. La
fuerza tanto de las instituciones como de los sujetos, que presionan ya sea por
acceder a nuevas posiciones o por protegerlas, moldean en gran medida los
cambios de los sistemas terciarios actuales. (Orellana, 2014. p. 3)
Esto significa que la educación superior debe
considerarse como “vital para el desarrollo” (Pérez, 2014, p. 5), en la óptica
de Rama (2006), desde las nuevas lógicas de equidad y calidad, es pertinente
plantear el acceso como un eje de discusión, para atenuar la iniquidad con el
fin de que la producción y distribución de conocimiento sea acorde con las
tendencias de una civilización mundializada. En el pensamiento de este autor,
el acceso a la universidad se encuentra dividido por circuitos de distinta calidad,
que en un momento dado acentúan las desigualdades e inequidades étnicas,
socioculturales y de las personas con discapacidad. El argumento expuesto hasta
ahora, pone en evidencia la debilidad de las políticas educativas para que
permitan una educación superior universal, accesible, no discriminatoria,
cualificada y de una respetable cobertura.
La accesibilidad es una especie de llave que abre las
puertas a la visibilización de otros principios que
son fundamentales para expandir el horizonte de formación cualificada de las
nuevas generaciones, a este respecto Rama (2009), considera que la expansión de
la educación media y el aumento de la cobertura de la educación superior fue
pavimentando el camino hacia la universalización, situación que marca una
tendencia interesante hacia un futuro próximo. Por lo tanto, y en las propias
palabras de este pensador argentino,
Este proceso
continuará durante un trecho significativo del siglo XXI, con un creciente
corrimiento hacia la educación permanente y los estudios de posgrado en todos
sus niveles. Esta masificación del acceso a la educación y la formación de
capital humano están produciendo tanto una deselitización
de la propia educación como una transformación en la conformación de las elites
sociales. (p. 174)
La
masificación sería un proceso asociado, en algunos países a la gratuidad de la
educación superior, en los mismos términos y condiciones de los niveles
precedentes, pero, en otros como es el caso de Chile, a la gran oferta de
programas y al acceso a crédito para el pago de la educación superior.
El aumento de cobertura
de la educación superior, no necesariamente implicó que la universidad pública
creciera. En la exposición de Orellana (2014), adicionalmente aumentó la
“heterogeneidad y la privatización” (p. 6), siendo una opción de los Estados el
incorporar a la mayor cantidad de estudiantes a las aulas de la educación
superior, adoptando medidas que impulsan el financiamiento directo a las
instituciones. Sin embargo, en algunos países como Chile, Brasil y Perú, las
lógicas de mercado captaron una alta matrícula, aumentando
de la misma manera la cantidad de universidades privadas y de programas
ofertados. Ello, tiene que ver con las políticas de los gobiernos de turno y el
giro neoliberal de la educación. De esta forma,
El Estado
sigue siendo un oferente relevante de educación superior, el más importante en
varios países. Pero el sector privado, durante los 90 y los 2000, fue el actor
más dinámico de la expansión. Esto implicó el surgimiento de nuevas
instituciones y de un heterogéneo panorama que va desde universidades que
profundizan la distinción de las élites. (Orellana, 2014, p. 6)
Piña (2015), en una ponencia para la Corte de Michoacán,
señalaba la necesidad de implantar el principio de gratuidad en la educación
universitaria, así como se garantizaba esta misma prerrogativa en transición,
primaria y secundaria, todo esto con el fin de limitar el impacto negativo del
no acceso a esta instancia por parte de la población vulnerable. Esta es
solamente una referencia que, a modo de ejemplo, muestra cómo las sociedades
latinoamericanas pueden avanzar en la búsqueda de equidad e igualdad en el
último nivel de la educación superior, así el Estado no reconozca este derecho
universal constitucionalmente.
En Colombia la Ley 30 de 1992 que reglamenta la Educación
Superior la define como un servicio público cultural que se presta sobre la
base de la autonomía universitaria bajo el ejercicio de la suprema inspección y
vigilancia, condicionando la accesibilidad a los perfiles académicos de los
aspirantes. En este caso, la gratuidad no aparece explícitamente en la norma,
pero se deduce un compromiso estatal de crear las circunstancias que favorezcan
el ingreso y la permanencia, así no sea una responsabilidad directa del aparato
gubernativo y pueda ser atendido el servicio por la combinación del sector
público y el privado con cierta libertad, con regulación para los costos
educativos y el financiamiento de los programas. En este país el modelo actual,
es justamente una combinación de universidades públicas y privadas que se
encuentran trabajando en el nivel de educación superior, al cual no siempre
accede mayoritariamente la población escolar que culmina sus estudios
secundarios o técnicos.
Entre
algunos de los desafíos más importantes de la educación superior en América
Latina y el Caribe, Orellana (2014) resalta que están primero, el de la
justicia social en su expansión y, segundo la producción de conocimiento,
poniendo de relieve cuestionamientos necesarios de realizarse por parte de los
Estados. La educación como derecho es un cuestionamiento que, para algunos de
los países, ha sido elemental y, otros no lo consideran con la misma
relevancia.
Se hace necesario por
parte de los Estados latinoamericanos, desarrollar una discusión, respecto de
temas como discriminación positiva, acompañamiento de
estudiantes vulnerables y las formas de evitar la deserción. La cooperación
internacional y regional debe, no solo desarrollarse, sino que intensificarse
para colaborar con la educación superior de esta región.
Internacionalización de la Universidad
La vida planetaria ha llegado a una fase donde el
cosmopolitismo, la multiculturalidad y el pluralismo, se muestran como
categorías fundacionales de una civilización global y al mismo tiempo erigida
sobre criterios locales de humanización y empoderamiento. La universidad se
enfrenta al reto de la internacionalización que no es un artificio retórico de
estos tiempos, sino una evidente tendencia de la educación superior. Valencia
(2012) la considera como una política indispensable para responder a las demandas
de transformación en esta era, acentuando la pertinencia de los programas, los
convenios, la movilidad de personal académico y de estudiantes, al igual que la
flexibilización de los planes de estudio y de otros aspectos que proponen un
servicio educativo que repotencializa el sector
universitario. El autor, insiste en que es necesaria una universidad que
aproveche al máximo las redes de cooperación y que cuente con una
infraestructura que pueda albergar las poblaciones migrantes que, de un país a
otro, se mueven buscando intercambios académicos y culturales, de ahí la
importancia de garantizar lo que él concibe como una preparación intercultural.
La internacionalización de la educación superior es un
fenómeno explícito en la sociedad del conocimiento y en esta era digital,
siendo necesario un análisis integral del concepto que, por su dinámica y
sinergias particulares, amplía el radio de acción y las fronteras de la
universidad como centro que produce conocimiento e innovación. Tünnermann
(2007) diferencia claramente internacionalizar y la transnacionalización del
sector universitario, lo primero se ajusta a los lineamientos de la Declaración
Mundial sobre la Educación Superior de 1998, que propugna por una cooperación
solidaria basada en el diálogo intercultural, el respeto a la idiosincrasia y
la identidad de los países participantes; mientras que transnacionalizar
es un concepto asociado a las reglas del mercado, en donde se propicia el
asentamiento de filiales de universidades extranjeras en algún país emergente,
la venta de franquicias, universidades corporativas auspiciadas por grandes
empresas transnacionales, en fin una suerte diversa de eventos inscritos en la
mercantilización del servicio educativo como consecuencia del control
hegemónico del capital financiero y en particular de la acción colonialista de
ciertas potencias mundiales.
Toda la estrategia de
las élites transnacionales en estos últimos años ha consistido en desbloquear
el marco regulatorio que estorba todavía a la presencia masiva de las empresas
de educación superior en todo el mundo. Ha habido hasta ahora muchas resistencias.
Pero, tanto por la vía de la educación virtual como en las modalidades
presenciales, las multinacionales de la educación superior pujan por expandirse. El logro más notable de esta estrategia
global es calificar en la OMC los títulos universitarios como mercancías. (Lanz
y Ferguson, 2011. p. 180)
Hecha esta aclaración, es indudable que internacionalizar
la educación superior, conlleva grandes transformaciones en la política pública
que la gestiona, del mismo modo, que en el desarrollo interno de la universidad
como institución que presta un servicio educativo de calidad y en la proyección
social de ésta como una de sus funciones primarias para aportarle al desarrollo
sostenible y al mejoramiento de la calidad de vida de las comunidades. El
trabajo en redes, el aprendizaje colaborativo, la apertura de los programas
educativos, la flexibilización curricular, el uso inteligente de las
Tecnologías de la Información y la Comunicación TIC, la adopción de modelos de
diversificación desde el multiculturalismo, el respeto por la identidad
nacional, entre otros aspectos coyunturales, son indispensables para que la
universidad se comprometa con los cambios de la época. Incluso, la
internacionalización prepara para que los problemas mundiales, se asuman como
una preocupación común en el espacio universitario y sus profesionales,
investigadores y agentes de cooperación generen un conocimiento útil y
pertinente, que de manera creativa propongan salidas constructivas a las
distintas circunstancias que afecten la vida humana, el medio ambiente, la
salud pública, el orden financiero y la cultura.
El efecto debe ser la internacionalización de la
universidad, facilitando que se desarrollen las nuevas formas de investigar,
estudiar y conectar en el ámbito del conocimiento. Así se generará un
aprendizaje multinacional, la mejora de la docencia, los procesos y los
procedimientos a distintos niveles que son necesarios para un desarrollo tanto
científico como profesional de los títulos.
No podemos
olvidar que este es el objetivo final, conseguir ciudadanos críticos que
aporten a nuestras sociedades para su desarrollo y su crecimiento armonizado.
Para ello debemos replantear la aportación de la universidad a la sociedad,
analizar cuál es ahora y cuál queremos que sea en el futuro. (OIT, 2019, p. 53)
La cultura de la transformación universitaria
El
sustantivo femenino transformación denota cambio, impulso, efecto, movimiento e
impacto. Es una palabra que por sí misma inspira potencia y actividad, razones
para pensar que, aplicada al análisis de la educación superior, no puede
quedarse solamente en un recurso de la lingüística o de la gramática
performativa. Asociada al término cultura, se empodera semánticamente para
señalar la necesidad de insuflar a la Universidad el sentido, la fuerza y las
capacidades de producción de conocimientos y nuevas prácticas que se requieren
para alcanzar modificaciones reales y sustanciales en los modelos
universitarios de manera holística, integral y eficiente.
La RAE (2019) presenta
cuatro acepciones para definir cultura, de las cuales a modo ilustrativo se retoman tres: Primero, como cultivo, segundo
como conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio
crítico y tercero en calidad de conocimientos y grados de desarrollo artístico,
científico, industrial, en una época, grupo social, entre otras.
La cultura de la transformación universitaria, infiere
metafóricamente hablando, un cultivo de capacidades, valores, actitudes,
aptitudes, habilidades y destrezas entre los actores, agentes e instituciones
que forman parte de las redes de cooperación y que tienen como horizonte común
la idea de una universidad más humana, abierta a la innovación y cercana a la
ciudadanía. Es el resultado de una acción reflexiva, metódica y pensada que
demanda juicio crítico en términos de autoanálisis, autodiagnósticos y otras
formas de evaluación que al interior de la universidad permitan identificar las
fortalezas y las debilidades actuales para desde allí generar los planes de
mejora.
La cultura modifica los estilos y las costumbres de la
sociedad en diferentes órdenes, por lo tanto, la transformación de la
universidad como lo plantea la Reforma Universitaria de Córdoba hacia un nuevo
manifiesto de la Educación Superior Latinoamericana (CRES 2018), es un
ejercicio compartido entre individuos, organizaciones, instituciones y
entidades del gobierno y no gubernamentales que supone un impacto social,
ambiental, productivo, comercial y tecnológico. Todo esto en un marco
axiológico y praxeológico de independencia, libertad de cátedra, bajo los
preceptos de la democracia y otros valores como la paz, la justicia, la
solidaridad, que son fundamentales para generar los cambios desde las
estructuras de pensamiento y acción de los actores universitarios.
Construir
una cultura de la transformación es el asunto fundacional de la calidad
universitaria que para Ferrer et al. (2000) delimitan la esencia y el
contexto de la misma con respecto a la asunción de altos niveles de cohesión
que impactan el aprendizaje, la enseñanza y los demás aspectos ligados a la
imagen de la universidad, ante la sociedad global y más aún enfrente de las
comunidades que directamente son beneficiarias de sus servicios.
Las
instituciones de enseñanza superior para la UNESCO-IESALC
(2020),
se enfrentan a
un momento histórico interesante, aunque difícil, con diversificaciones en
diversas esferas: su función como instituciones (valores académicos/
investigativos tradicionales frente a demandas laborales cada vez mayores del
mercado y del futuro), su público destinatario (masificación de la matrícula y
de los diversos antecedentes de los estudiantes), su ubicación geográfica
(expansión de los campus y ofertas transnacionales en línea), su programa de
estudios, un uso más intensivo de la tecnología, etc. (p.12)
La acreditación en la
enseñanza superior, es un proceso que indudablemente contribuye en la
cualificación de la universidad y que, en la postura
de Pires y Lemaitre (2008), remite al diseño y a la implementación de modelos
ajustados a la realidad local, proactivos, cambiantes, que acentúen tanto la
transformación de los sujetos sociales como del sistema general y teniendo en
cuenta la comparabilidad como criterio para aprender de otros países, en un
amplio escenario de una política efectiva y práctica.
El sistema de aseguramiento de la calidad sobre la base
de efectivos, eficientes y eficaces procesos de acreditación dirige la mirada a
los programas, los currículos y la evaluación como categorías sin las cuales no
es posible que la cultura universitaria se transforme de forma gradual,
progresiva y permanente. Esta aclaración, conduce necesariamente a una
reflexión por la pertinencia que, para Izquierdo (2002), se encuentra vinculada
a una dimensión epistemológica referida a los contenidos, a los perfiles profesionales
y a la coherencia de los resultados con los objetivos. Esta acreditación, se
orienta desde un marco estratégico que es global y local simultáneamente, como
lo expresa el (CRES 2018) e implica que el financiamiento sea predominantemente
estatal y la toma de decisiones se realice conjuntamente con los actores
involucrados. En el espacio concreto de la universidad, las estrategias deben
ser flexibles y ágiles, permitiendo la incorporación de enfoques propios,
multiculturales y multilingües que mejoren significativamente la enseñanza, el
aprendizaje y la evaluación.
Junto a
la puesta en marcha de procesos de innovación continua, esta vinculación entre
innovación y calidad es un aspecto recogido en la literatura sobre el tema y
marca una de las externalidades de los sistemas que han supuesto importantes
cambios en la región.
Consideraciones finales
La
Educación Superior es, hoy en día un escenario de múltiples transformaciones,
en el que la cultura del cambio y la mejora continua constituye una integración
de fuerzas que propulsan iniciativas y proyectos para que la Universidad
descubra su verdadera identidad y posicionamiento frente a la sociedad del
conocimiento.
La
inclusión con equidad y la masificación como el derecho a educarse de manera
gratuita en las instancias más elevadas de los niveles educativos, son dos
problemas que debe confrontar el sector universitario para autodiagnosticarse
y avanzar cualitativamente en la consolidación de modelos de investigación,
administración y acción, innovadores, eficientes y eficaces.
La equidad es una
categoría axiológica y práctica que abre las puertas de la universidad al
ciudadano, sin filtros de exclusión. Se instala en criterios de calidad y
pertinencia que producen una reconfiguración de la política educativa, de los
niveles estratégicos y de los enfoques pedagógicos en función de dar respuesta
a las necesidades de la etnoeducación, la discapacidad, la identidad de género,
la marginalidad económica, la pluralidad política, la multidimensionalidad
cultural, el medioambientalismo y el
interculturalismo social. La masificación y la gratuidad van de la mano para
que la Educación Superior sea una obligación del Estado
y no una oportunidad de negocio de particulares o emporios transnacionales que
colonizan intelectualmente ciertos países emergentes.
La justicia social, es un elemento primordial en las
sociedades latinoamericanas. Sin justicia social, hay exclusión y aumentan las
barreras de segregación. Son los Estados, los que deben trabajar
incansablemente para lograr superar cualquier posibilidad de alejar a los
ciudadanos de la educación en general y, a la educación superior, en
particular. Cada uno de los Estados de América Latina y el Caribe, deberán
velar para que el derecho a la educación sea una garantía de todos los
ciudadanos. Así, la universidad pública podrá desarrollar su finalidad y
aportar a la sociedad.
La internacionalización de la Educación Superior, es un
concepto clave para comprender las dinámicas del cambio que operan como
catalizadores al interior y al exterior de las universidades. Las redes de
intercambio, las sinergias cooperativas, el aprendizaje colaborativo, la
migración de docentes y estudiantes, los convenios institucionales, entre otros
aspectos ponen a prueba la capacidad de las instituciones universitarias para
modelar sus perfiles y programas a la luz de los acontecimientos que marcan tiempos
de crisis y al mismo tiempo áreas de oportunidad para el crecimiento y el
desarrollo sostenible.
La transnacionalización educativa, es una noción que
difiere notoriamente de la internacionalización porque está afincada en teorías
mercantilistas del conocimiento, sujeta a regla comercial y, auspiciada por
emporios que buscan rédito y ganancia a cualquier precio sin limitar las
consecuencias ambientales, sociales y humanas de su empresa académica.
La
cultura de la transformación es permanente y favorece en la Universidad una
acción sostenida de los sistemas de aseguramiento de la calidad, sobre la base
de la pertinencia, de la coherencia, como aspectos sin los cuales no es posible
mejorar la enseñanza, el aprendizaje y la creación de conocimiento. La libertad
de cátedra, la autonomía universitaria, la atención a la diversidad y la
flexibilización curricular son enfoques y estrategias que garantizan una
Universidad a escala humana, retrotraída en el tiempo histórico para
encontrarse con la naturaleza misional, pero proyectada ante el futuro como una
institución que le aporta innovación y conocimiento a una sociedad cada vez más
competitiva y reconfigurada por la irrupción de la revolución digital.
Finalmente,
la Universidad del Siglo XXI debe ser una institución abierta a leer los
contextos sociales, económicos y políticos, a brindar una formación de calidad
y a aportar al conocimiento mediante la investigación. Además, debe ser un
espacio que albergue discusiones y aborde las tensiones propias de este siglo.
REFERENCIAS
Aponte, E. (2008).
Desigualdad, inclusión y equidad en la educación superior en América Latina y
el Caribe: Tendencias y escenarios alternativos en el horizonte 2021. Pp.
113-154. En Tendencias de la Educación Superior en América Latina y el Caribe.
Caracas: UNESCO
Botero, A. (2001).
Diagnóstico filosófico de los paradigmas de enseñanza universitaria. Revista Uni-pluri/versidad. Vol 1, N°2. Facultad de Educación. Universidad de
Antioquia, Medellín. Recuperado de file:///C:/Users/Usuario/Downloads/12250-Texto%20del%20art%C3%ADculo-38395-1-10-20120703.pdf
Ferrer, J. (2000).
Hacia un nuevo paradigma de Universidad Contemporánea. Encuentro Educacional
Vol. 7, No. 1, pp. 7-15. Recuperado de file:///C:/Users/Usuario/Downloads/955-957-1-PB.pdf
Gobierno de
Colombia (1992). Ley 30 de diciembre 28 de 1992 por el cual se organiza el
servicio público de la Educación Superior. Recuperado de
https://www.mineducacion.gov.co/1621/articles-86437_Archivo_pdf.pdf
Izquierdo, A.
(2002). Didáctica de la Educación Superior. Recuperado de https://www.monografias.com/trabajos91/didactica-de-educacion-superior/didactica-de-educacion-superior6.shtml
Lanz, R.; Ferguson,
A. La transformación universitaria en el contexto de la relación
Universidad-Estado-Mundo. Educere, vol. 15, núm. 50, enero-junio, 2011, pp.
177- 186.Venezuela: Universidad de los Andes Mérida
Levy, D. (2019).
Perspectivas adicionales sobre la reforma Latinoamericana. Revista de Educación
Superior en América Latina. N°5. Pp. 12-15. Colombia: Universidad del Norte
OIT (2019).
Diagnóstico de la Educación Superior en Iberoamérica. España: OEI
Orellana, V.
(2014). Panorama actual y desafíos de la educación superior en América Latina y
el Caribe. Santiago de Chile: Unesco. Recuperado de http://www.unesco.org/new/fileadmin/MULTIMEDIA/FIELD/Santiago/pdf/APUNTE06-ESP.pdf
Pérez, A. (2014).
La educación como un derecho: El papel de las nuevas tecnologías. Revista UAM
Ediciones. N°46. Recuperado de https://revistas.uam.es/em/article/ view/293
Piña, N (2015).
Derecho Humano a la Educación y su Relación con la Autonomía Universitaria.
Recuperado de https://www.scjn.gob.mx/sites/default/files/resenias_argumentativas/documento/2018-08/res-NLPH-0750-15.pdf
Pires, S; Lemaitre,
M. (2008). Sistemas de Acreditación y Evaluación de la Educación Superior en
América Latina y el Caribe. En Tendencias de la Educación Superior en América
Latina y el Caribe. Capítulo 8. Pp. 297-318. Caracas: UNESCO. Recuperado de: http://flacso.redelivre.org.br/files/2012/08/753.pdf
Rama, C. (2006). La
tercera reforma de la Educación Superior. La tercera reforma de la educación
superior en América Latina y el Caribe: masificación, regulaciones e
internacionalización. Recuperado de http://www.ub.edu/histodidactica/images/documentos/pdf/ESuperior%20en%20AMARICA%20LATINA.pdf
Rama, C. (2009). La
tendencia a la masificación de la cobertura de la educación superior en América
Latina. Revista Iberoamericana de Educación, ISSN-e 1681-5653, ISSN 1022- 6508,
Vol. 50, Nº1. págs. 173-195
Real Academia
Española RAE (2019). Recuperado de https://dle.rae.es/cultura
Reisberg, L. (2019). ¿Es posible la
innovación en América Latina? ¿La educación Superior en toda América Latina
necesita una transformación dramática? Revista de Educación Superior en América
Latina. N°5. Pp. 8-11. Colombia: Universidad del Norte
Tünnermann,
C. (2007). Los Desafíos de la Universidad en el siglo XXI. Universidad Nacional
de Costa Rica. Recuperado de https://www.enriquebolanos.org/media/publicacion/3151.pdf
Valencia,
S. (2012). Desafíos y Paradigmas de la Educación Superior. Revista Cuestiones
Constitucionales. N°26. p. 283-307. Recuperado de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?pid=S1405-91932012000100009&script=sci_arttext
UNESCO
(2011). Clasificación Internacional Normalizada de la Educación- CINE.
Instituto de Estadísticas de la UNESCO. Recuperado de file:///C:/Users/Usuario/Downloads/isced-2011-sp.pdf
UNESCO-IESALC
(2018). A 100 años de la Reforma Universitaria de Córdoba. Hacia un Nuevo
Manifiesto de Educación Superior Latinoamericana. Recuperado de https://
www.iesalc.unesco.org/2019/07/17/coleccion-cres-2018-a-cien-anos-de-la-reforma-universitaria-de-cordoba-hacia-un-nuevo-manifiesto-de-la-educacion-superior-latinoamericana/
UNESCO-IESALC
(2020). Hacia el acceso universal a la educación superior: Tendencias
internacionales. Recuperado de https://www.iesalc.unesco.org/wp-content/uploads/2020/11/acceso-universal-a-la-ES-ESPANOL.pdf
UNESCO-IESALC (2020). Transformaciones
sociales en América Latina: Escenario de compromisos y desafíos para la
Educación Superior. Recuperado de https://www.iesalc.unesco.org/publicaciones-2/#.YO84MEkzbIU